
Durante décadas, los videojuegos en formato físico fueron sinónimo de propiedad tangible: cajas ilustradas, manuales de instrucciones, discos o cartuchos cuidadosamente almacenados en estanterías. Pero hoy, en pleno 2025, ese modelo parece estar dando paso casi sin retorno a una realidad totalmente digital. La industria ha virado hacia lo intangible, y con ello, ha comenzado una discusión seria sobre qué significa “poseer” un videojuego.
Del estante al servidor: la transformación de la distribución
La distribución digital ya no es una tendencia, sino la norma. Hoy en día, la mayoría de los títulos se adquieren a través de plataformas online como Steam, PlayStation Store, Xbox Live o Nintendo eShop. En 2024, los juegos distribuidos en formato físico representaron apenas un 5% del total de ventas globales, mientras que el digital se llevó el 95% restante.
La comodidad de adquirir un juego sin salir de casa, sumada a los modelos de suscripción como Xbox Game Pass o PlayStation Plus Extra, ha sido determinante. Sin embargo, esta transición también ha tenido un costo: la pérdida del valor simbólico y práctico del objeto físico.

El caso DOOM: The Dark Ages y la ilusión del disco
La polémica más reciente ha surgido en torno a DOOM: The Dark Ages. A pesar de contar con una edición en formato físico para PS5 y Xbox Series X, los usuarios han descubierto que el contenido en el disco es mínimo. En PlayStation 5, el disco apenas contiene 85 MB, mientras que en Xbox Series X apenas supera los 300 MB. Esto obliga al usuario a descargar casi la totalidad del juego desde internet.
En lugar de entregar el juego completo, el disco actúa como una especie de “token” de verificación. Esta práctica no es nueva, pero en títulos tan importantes, genera descontento. ¿Para qué comprar algo físico si dependes igual del entorno digital?
¿Qué pasa con la propiedad y la preservación?
Más allá de la experiencia de usuario, el verdadero dilema es la conservación. Los títulos comprados digitalmente pueden ser modificados, eliminados o quedar inaccesibles si los servidores dejan de operar. En el caso del formato físico tradicional, el usuario podía jugarlo sin conexión, conservarlo por años y compartirlo libremente. Hoy, eso es cada vez más limitado.
Por otro lado, muchos jugadores desconocen que, al comprar un juego digital, no están adquiriendo una copia “propia”, sino una licencia de uso. Esto impide su reventa, intercambio o préstamo. Además, si las condiciones del servicio cambian, el acceso podría revocarse.

¿Adiós al coleccionismo?
Una generación entera creció valorando sus colecciones físicas como parte de su identidad gamer. Hoy, las ediciones físicas han sido reducidas a ediciones de lujo o limitadas, que muchas veces contienen una caja vacía o códigos de descarga. El “coleccionismo moderno” se ha transformado en algo más estético que funcional.
Incluso tiendas emblemáticas han empezado a reducir drásticamente su inventario físico, reorientando su modelo hacia tarjetas digitales o productos de merchandising. ¿Estamos presenciando el inicio del fin?
¿Es el futuro inevitablemente digital?
La respuesta parece ser sí, al menos en términos de distribución masiva. Las grandes editoras apuntan a un ecosistema donde todo pase por servidores: lanzamientos, actualizaciones, eventos en vivo, monetización. El juego como producto físico ha mutado al juego como servicio, y eso implica un nuevo marco mental tanto para jugadores como para desarrolladores.
Sin embargo, aún queda un nicho importante sobre todo en regiones con infraestructura limitada que sigue valorando el formato físico. Para ellos, tener un disco o cartucho es garantía de acceso, independientemente de su conexión a internet.

Nuestra opinión
El formato físico de videojuegos, alguna vez símbolo de propiedad y valor, se encuentra en una etapa de transición crítica. Aunque todavía tiene defensores y usos válidos, la era digital ha ganado terreno con una fuerza difícil de revertir. Casos como el de DOOM: The Dark Ages nos obligan a preguntarnos: ¿cuánto tiempo más durará el soporte físico tal como lo conocemos? Y más aún, ¿estamos preparados para perder el control sobre nuestras colecciones en nombre de la comodidad digital?. Desde ENTRETECNOGAMES, seguiremos de cerca esta evolución, analizando no solo los lanzamientos, sino también los cambios culturales que redefinen la experiencia gamer.